Los pensamientos son siempre nuestros, a veces también de todos.

Teniendo en cuenta que el pensamiento de cada uno procede de la forma en que la persona se siente en el mundo podría decirse que, de la misma manera que no hay dos personas que sientan de la misma manera, no hay dos personas que piensen de la misma manera. Entonces, si confrontamos el pensamiento de al menos dos individuos, podemos contemplar un pensamiento individual desde dos perspectivas.
Por un lado nuestro pensamiento, si es genuino, surge inevitablemente de lo común que tenemos con el resto de nuestros semejantes, es decir nuestra humanidad. Desde esta perspectiva podría considerarse el pensamiento como similar a la expresión artística. De la misma forma que una interpretación musical no es verdadera simplemente por mantenerse en las notas de la escala adecuada, un pensamiento consigue valor cuando se produce como expresión genuina de lo humano que hay de este “sentirse en el mundo”.
Por otro lado, en cuanto individualidad, ese pensamiento corresponde únicamente a su creador (aunque esto siempre puede ser matizable). Bien sea éste desde un determinado punto, desde determinada perspectiva o según otro límite cualquiera.
De esta manera, y teniendo en mente ambas visiones, podría concluirse que es posible compartir nuestro pensamiento con nuestros semejantes únicamente hasta cierto límite ya que inevitablemente existe un lugar (que generalmente se hace más evidente cuanto antes y más se ha profundizado) a partir del que cada uno termina solo con su propio pensamiento sin que exista confirmación externa posible.
Entre las consecuencias de esta conclusión pueden presentarse una última soledad de cada persona con sus propias ideas (nadie puede pensar por mí lo que yo tengo que pensar) y además la imposibilidad de un completo entendimiento entre individuos. Existirán puntos en común pero inevitablemente habrá otros que no lo puedan ser. Conseguir encontrar la mayor cantidad de puentes que unan distintas personas e ideas se hace entonces un reto fundamental.

1 comentarios:

Ricardo dijo...

No había pensado esa división pero creo que podría compartirla. Además me alegro mucho que hayas subrayado lo de "objetivos" porque es obvio que hace ya mucho que la objetividad de la percepción quedó vapuleada.

La mística puede ser un caso extremo de la incapacidad de expresión del pensamiento. Ha habido místicos que se han hecho filósofos o han filosofado intentando buscar un camino por el que expresar sus vivencias. Sin embargo, en la mística creo que subsiste una incapacidad de comunicación que también hay en otros ámbitos. Para empezar por lo inexpresable que señalas, pero también porque si se consigue expresar difícilmente otra persona verá lo mismo. Aunque pertenezca a otro ámbito una novela tampoco es la misma obra para dos personas distintas. Es un tema viejo, Gorgias o Wittgenstein también destrozaron bastantes puentes que se suponía que existían.

Saludos.

Publicar un comentario

Los comentarios no aparecen inmediatamente ya que están moderados.