Durante la infancia la educación debe basarse en contemplar las injusticias y los sufrimientos del mundo

Si el sufrimiento es ilustrador no debe de negarse lo consustancial que tiene con la naturaleza humana. Por este motivo torcer la cara e ignorarlo pensando que se puede llevar una vida cómoda y tranquila a base de esquivarlo no supone otra cosa más que ignorar la realidad. Afrontar lo que significa el sufrimiento es afrontar lo que es la condición humana y querer superarla, porque el sufrimiento no se encara con masoquismo, se encara con indignación y por ello se busca una solución para las penas.
Con estas premisas no puede menos que pensarse que ayudar a un niño en su proceso educativo no puede consistir simplemente en hacerle llevar una vida fácil. El problema es que en la mayoría de los casos productivos en los que se ha hecho ver a un niño las injusticias éstas provenían directamente de sus propios progenitores. No hay más que hurgar un poco en las biografías de pintores, músicos, intelectuales,… para encontrar problemas psicológicos en su infancia ocasionados por sus mismos padres. Como los padres conforman el universo del niño y serán decisivos a la hora de estructurar la visión que tendrá de lo que es la vida, el niño puede encontrar una fuente creadora en la superación de los problemas ocasionados por vía paterno/materna.
En la infancia somos “esponjas” susceptibles de absorber no sólo los problemas sino una infinidad mayor de rasgos. Por eso no hay que olvidar que lo citado en el anterior párrafo es importante, aunque no es el único factor educativo. Por ejemplo, está comprobado que si un niño ha sufrido pero ha tenido a su lado alguna figura benévola es más fácil que pueda canalizar creativamente ese dolor. Hay muchos casos de niños maltratados que no habiendo podido encontrar esta figura benévola en la que poder apoyarse han terminado por repetir el ciclo convirtiéndose en los mismos maltratadores que ellos odiaron y padecieron. Por tanto, sin obviar otros factores como estos, podemos seguir atendiendo a comprender cómo se puede encauzar de forma más adecuada esta idea de la ilustración a través del sufrimiento en el proceso educativo.
Es obvio que mantener que un padre deba ocasionarle sufrimiento (de forma deliberada o no) a un hijo suyo con el fin de educarlo no pasa de ser algo macabro y monstruoso pese a que en muchas ocasiones éste haya sido el motivo básico de la capacidad creativa que los niños han terminando mostrando. Cabría pensar entonces que estar en contacto con el sufrimiento es necesario y si éste no debe de venir de dentro del propio ámbito familiar entonces deberá de venir desde fuera. Y aquí es cuando se puede retomar lo dicho al principio del artículo sobre lo vano de ignorar los sufrimientos para poder aplicarlo de forma educativa. El niño no debe de sufrir por vía paterna, pero sí que debe de volver la cara hacia el exterior y asimilar cómo los sufrimientos y las injusticias están por todas partes. Aislarse en un cómodo mundo es darle la espalda a la vida y vivir en una mentira. Este factor es lo que debe de excitar su sensibilidad de forma fundamental, esto es lo que hará que pueda construirse un referente sobre el que poder orientar su vida. Quizás una vida humana no suponga otra cosa que un intento de superar las injusticias que se topa una persona al llegar a este mundo.

3 comentarios:

ScrinS dijo...

Hay que revelarse contra el dolor, nunca aceptarlo o ausmirlo como algo nuestro, en todo caso siempre nos queda el Camino Medio

Abrazos

Naima dijo...

Ojalá los padres y educadores se planteasen así las cosas. Hoy se tiene a los niños en una burbuja, sobreprotegidos y mimados, ignorantes de cualquier atisbo de sufrimiento. Esto es terrible, no solo porque se convierten en adultos carentes de creatividad o incapaces de luchar contra la injusticia, sino también en seres egocéntricos con una absoluta falta de empatía y un nivel bajísimo de tolerancia a la frustración.
Lo bueno del caso es que, cuando ingresamos en la vida adulta laboral carecemos de herramientas cognitivas y emocionales para enfrentarnos a la jungla despiadada en la que se ha transformado la mayor parte de las empresas y nos tenemos que inventar agarraderos ficticios como el consumo, la evasión fácil o la lucha competitiva por un puesto mejor. En este proceso de huída hacia delante, muchos quedan en el camino, incapaces de adaptarse a estas reglas de juego, marginándose o hundiéndose en la autodestrucción.
Creo que es labor de los padres conseguir que un niño valore y agradezca cada juguete que posee y cada bocado que se lleva a la boca, cada ducha caliente y todo el confort de que disfruta y que sepa con claridad que hay gente que se muere literalmente de hambre, pero no como algo lejano que se asemeja a una de las horrendas pelis de Disney con que torturan a los niños, sino de una forma real y como una vivencia personal.
Me ha gustado mucho tu artículo. Saludos.

Ricardo dijo...

A mí también me gusta la vinculación que haces entre los problemas educativos y la forma en que la sociedad intenta luego parchearlos. Precisamente la sociedad busca destruir esa creatividad que mencionas. Como poco intenta anular todo pensamiento que pueda significar una amenaza contra ella . Gente pensando constructivamente significaría el fin del sistema.

Gracias y saludos.

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