El arma de un pensador es la palabra, no la espada.

Me ha llamado mucho la atención una parte de la película "Luther" (2003) en la que, dejando aparte la visión idílica e irreal que su director (Eric Till) pretende dar de su figura, se muestra en una escena a los rivales de Lutero comenzando a temer las revueltas sociales ocasionadas por los postulados del propio Lutero. Cuando uno de ellos alarma a los demás sobre la posibilidad de que Lutero se levante en armas otro, de forma inteligente, le replica que el arma de Lutero es la palabra y no la espada. Por lo tanto la guerra (física) la tendrán con otros y no con él.
Aunque pueda parecer obvio no deja de ser una gran verdad. Desde hace mucho he notado como las personas vinculadas a las ciencias humanas cuando sienten una afrenta no suelen tener el impulso físico de agredir a alguien (al menos en primera instancia), lo que desde luego tienen es un fuerte enfado interior pero contra una idea. Esta rabia contra la idea se responde al mismo nivel, con otra idea. De una forma práctica el esquema de un pensador para este caso sería: ”Este pensamiento que se me presenta no es cierto y como me molesta voy a escribir (o pronunciar) lo que yo creo que es verdad.”. Este planteamiento sirve para ponerse en claro con uno mismo, pero sobre todo funciona de la misma forma que un arma ya que se ataca esperando imponer el pensamiento propio sobre el que se considera equivocado. Pongamos un filósofo clásico como ejemplo ilustrativo. Parménides manifiesta “El ser es, el no-ser no es.” y al poco, para curarse en salud frente a posibles ideas adversarias, dice: “El Ser es y no es posible que no sea, es el camino de la Certeza”. No sólo expresa su idea (fase 1), también cierra el camino frente a las posibles ideas contrarias que puedan llegar a dificultar su afirmación (fase 2). Naturalmente este esquema no se suele dejar ver de forma tan clara, generalmente se camufla detrás de la educación, las consideraciones sociales y un sinfín de motivos que lo ocultan pero no impiden que sea el río oculto que mueva al pensador.
Es posible que esta última parte pueda parecer algo despiadada, ya que confrontar pensamientos no parece que debiera de suponer intentar eliminar al contrario, y sin embargo muchas veces es así. En la ciencia se pueden construir razonamientos que se apoyen unos en otros, pero si hablamos de cuestiones humanísticas en muchas ocasiones los pensamientos son excluyentes. El motivo de esto es que un filósofo indaga en sí mismo, no hace como el científico que mira al mundo para formar sus teorías. Aunque el debate suele ser enriquecedor, si reflexionamos sobre muchos filósofos veremos que si ya tienen armado un sistema mediante el que asimilan lo que tienen delante de ellos será muy raro que se descabalguen de él ante un pensamiento que vaya en otra dirección. Por el contrario, de una forma más o menos “agresiva”, generalmente buscarán imponer sus ideas. En realidad, y dicho de una forma clara, un filósofo hecho y derecho quiere que el mundo sea como él lo concibe, quiere que los demás piensen como él.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Los comentarios no aparecen inmediatamente ya que están moderados.